El asunto es que después de cenar comenzamos a bailar y empezaron los juegos de manos, por supuesto todo fomentado por una buena dosis de alcohol. De golpe tengo a Cathy apoyándome el culo sobre la verga, se movía al compás de la música, pero en realidad parecía que se lo quería meter todo ella sola.
Ni lerdo ni perezoso, la abracé y la llevé a mi pieza, donde empezamos a franelearnos como salvajes. En cinco minutos la tenía casi desnuda, y me empezó a sacar el pantalón. Quedé en slip y cuando se dio cuenta del bulto que yo cargaba se asustó, ya no quería saber nada. Claro son 25cms de largo con una cabezota de 2", morada, un buen sombrero. Pero yo ya estaba recaliente, y no me iba a quedar así, la manoteé y la puse boca abajo en la cama, saqué un lubricante de la mesita de luz, le embadurné la concha y el culo con un montón de crema y sin mediar mas le metí de un golpe la mitad de mi poronga en la zorra.
Se arqueó y pegó un grito que lo sintieron los muchachos y chicas desde el living, y Florencia notando que faltaba su hermana subió hasta la pieza y entró en el momento en que yo le sacaba el pedazo a la hermana. Se lo quedó mirando y se agachó a chuparlo despacito, con una veneración. Luego bajándose la bombacha, vino y se quiso sentar de una tratándose de meterla, pero es muy gruesa, entonces Cathy le empezó a chupar la concha, mojándola bien, mientras yo me ponía crema en la cabezota.
Pasaron unos cinco minutos y nuevamente lo intentó, y esta vez empezó a entrar lentamente, pero se movía como un reptil y le fue entrando. Claro, la parte de atrás de mi poronga es el doble de la cabeza, por lo que cuando la tenía toda adentro no se podía ni mover. Para eso, Cathy me puso la concha y el culo delante y yo empecé a darle con la lengua. Luego, con crema, empecé a ablandarle el culito y cada vez se ponía mas relajado y el agujerito era más grande. En eso Florencia, con un suspiro, se echó una acabada tan grande que yo no aguanté los jugos y me fui inundándole la concha con ríos de semen.
Cathy la quería en el culo y yo no me hice rogar, metí la cabeza de mi pija en el frasco de lubricante y se la apoyé en la puerta del ojete. Ella empezó a empujar y le empezó a entrar, primero costó mucho pero cuando la cabeza pasó el esfínter, pegó una enculada de golpe y se la enterró toda hasta los huevos. Se lo aguantó calladita la muy puta. La tuve empernada como veinte minutos porque al estar tan estrecho no me podía mover, parecía que estaba abotonado, entonces se empezó a mover cada vez más hasta que me sacó un polvo de novela.
A partir de ese día no hay fin de semana que no tengamos unas noches de sexo bárbaro.
Ni lerdo ni perezoso, la abracé y la llevé a mi pieza, donde empezamos a franelearnos como salvajes. En cinco minutos la tenía casi desnuda, y me empezó a sacar el pantalón. Quedé en slip y cuando se dio cuenta del bulto que yo cargaba se asustó, ya no quería saber nada. Claro son 25cms de largo con una cabezota de 2", morada, un buen sombrero. Pero yo ya estaba recaliente, y no me iba a quedar así, la manoteé y la puse boca abajo en la cama, saqué un lubricante de la mesita de luz, le embadurné la concha y el culo con un montón de crema y sin mediar mas le metí de un golpe la mitad de mi poronga en la zorra.
Se arqueó y pegó un grito que lo sintieron los muchachos y chicas desde el living, y Florencia notando que faltaba su hermana subió hasta la pieza y entró en el momento en que yo le sacaba el pedazo a la hermana. Se lo quedó mirando y se agachó a chuparlo despacito, con una veneración. Luego bajándose la bombacha, vino y se quiso sentar de una tratándose de meterla, pero es muy gruesa, entonces Cathy le empezó a chupar la concha, mojándola bien, mientras yo me ponía crema en la cabezota.
Pasaron unos cinco minutos y nuevamente lo intentó, y esta vez empezó a entrar lentamente, pero se movía como un reptil y le fue entrando. Claro, la parte de atrás de mi poronga es el doble de la cabeza, por lo que cuando la tenía toda adentro no se podía ni mover. Para eso, Cathy me puso la concha y el culo delante y yo empecé a darle con la lengua. Luego, con crema, empecé a ablandarle el culito y cada vez se ponía mas relajado y el agujerito era más grande. En eso Florencia, con un suspiro, se echó una acabada tan grande que yo no aguanté los jugos y me fui inundándole la concha con ríos de semen.
Cathy la quería en el culo y yo no me hice rogar, metí la cabeza de mi pija en el frasco de lubricante y se la apoyé en la puerta del ojete. Ella empezó a empujar y le empezó a entrar, primero costó mucho pero cuando la cabeza pasó el esfínter, pegó una enculada de golpe y se la enterró toda hasta los huevos. Se lo aguantó calladita la muy puta. La tuve empernada como veinte minutos porque al estar tan estrecho no me podía mover, parecía que estaba abotonado, entonces se empezó a mover cada vez más hasta que me sacó un polvo de novela.
A partir de ese día no hay fin de semana que no tengamos unas noches de sexo bárbaro.
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