Con la saliva de mi vecina me ayudo a ponersela por el culo


Estaba yo un sábado por la mañana en casa cuando de repente llamaron al timbre de la puerta. Era mi vecina de abajo, que había subido a decirme que tenía un problema con la lavadora, que a ver si podía bajar a ayudarla. La dije que sí, que bajaba en 10 minutos. Bajé y llame a la puerta. Mi sorpresa fue cuando salió a recibirme con un camisón extremadamente sexy, el cual apenas dejaba nada a la imaginación. Yo me quedé mirándola porque la cabrona esta muy buena. Me invitó a pasar a su casa. La pregunté que dónde tenía la lavadora, a lo que ella me contestó que era mentira, que no tenía la lavadora estropeada, que sólo era una excusa porque si me decía que quería follar conmigo no me atrevería a bajar. Ella cerró la puerta de su casa de un golpe invitándome a entrar en su habitación. Entramos en la habitación y ella se abalanzó sobre mí pidiéndome que me quitara la ropa. Me quité la ropa hasta quedarme solo con los gayumbos, ella en ese momento se quitó el camisón y se quedó completamente desnuda ante mí. Ella fue besándome por el cuello y morreándome, a mi empezaba a gustarme y ya estaba muy caliente.

De repente cogió su mano y la metió dentro de mi gayumbo, cosa que yo estaba deseando que hiciera hacía rato. Tras sobarme delicadamente mis huevos, me quitó los calzoncillos y mi polla se quedó mirando hacia su boca. Sin dudarlo ella acercó su boca y comenzó a chupármela. Empezó mojando mi capullo con su dulce lengua llena de saliva, yo notaba una caricia húmeda muy caliente hasta que de repente se fue metiendo toda la polla en la boca. Subía y bajaba la cabeza metiéndose mas la tranca en su garganta.
Yo, ya muy cachondo, empecé a comerle todo el coño. Ella gemía de placer y me decía que no parara, que siguiera, y yo seguí comiéndoselo, acariciándole los labios del coño y el clítoris con mi lengua, mojándolos con mi saliva caliente. Seguimos haciendo el 69 un buen rato.

De repente, en un momento que estábamos los dos gimiendo de placer, ella me pidió que la follara, a lo que yo acepté sin dudarlo ni un solo momento.
La puse a cuatro patas, la cogí por la cintura y le clavé mi polla por el culo. Entró bastante bien gracias a la saliva de su mamada. Cuando ella sintió mi polla dentro de su culo dió un grito de placer, se la metí hasta el fondo y yo veía como entraba y salía de aquel agujero negro tan apretadito y caliente.
Después la di la vuelta y la follé por el coño. Se la metí y pego otro grito de placer. Yo tenía las pelotas que me iban a estallar de un momento a otro pero seguí follándomela. Ella cada vez gritaba mas, pidiéndome que no dejara de follarla. Yo seguí y seguí hasta que no pude mas, saqué mi polla de su chocho y la dije que abriera la boca para echarle toda mi leche dentro. Ella abrió la boca y empezó a salirme toda la leche, la cual iba cayendo dentro de su boca mientras ella se metía el dedo para terminar de correrse.
La corrida fue de campeonato.

Cuando terminamos de follar me vestí. Ella me dijo que le había encantado el polvo, que habría que repetirlo alguna otra vez. Yo la dije que cuando ella quisiera yo bajaría a follármela como buen vecino. Abrí la puerta y me fui.

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