Esto me pasó aproximadamente hace dos años. Si me pongo a pensar, aún no puedo saber la cantidad de tequila que tomé esa noche. Solo se que fue lo suficiente para hacerme ver las estrellas.
Estábamos en una fiesta, en la casa de uno de mis amigos, y el chico con el que perdí la virginidad me insistía en que pruebe del pequeño vasito de tequila. Eramos aproximadamente 40 personas, en una casa, en la parte de adentro.
Cuando intenté reaccionar, había entre 4 y 5 vasitos vacíos frente a mi, el con la botella en la mano, servía una y otra vez.
Comencé a marearme, pero de una forma divertida, mis piernas me hormigueaban y sentía un cosquilleo extraño en mis brazos también.
Ahí nace mi primer escena perdida, de la que me despierto parada en la cocina, con el prendido a mi cuello, dándome lenguetazos y mordisqueos frenéticos, mientras que con sus dedos masajeaba mis pezones por debajo de mi remera. Eso me encantaba, como mencione antes, sus labios eran suaves pero firmes y ejercían en mi un poder casi hipnótico. Puse mis manos en el final de su espalda, atrayendo su pelvis hacía mi. Quería sentir su bulto por sobre mi pantalón de jean, el al reaccionar solo dijo:
-Te gusta, putita.
Yo solo alcancé a gemir y comencé a mover mi pelvis al son de mis gemidos.
Acá es cuando aparece mi segunda escena perdida, recordando solo desde que me encontraba en el garage.
En la parte de abajo de la casa, había un garage amplio y oscuro, con varios autos estacionados. Una gran mesa de madera, un baño, una parrilla. Bastantes lugares como para dejar volar la imaginación, pero en el estado de calentura que estaba solo conciliaba tener su pene dentro de mi, y lo quería YA.
Me estampo contra la pared del baño, cosa que me excitó mas todavía, y se pego a mi, apoyando fuertemente su bulto, el quería que lo sintiera, quería que supiera que su pedazo de carne era mio esa noche.
Baje mi mano y comencé a frotarlo por sobre su pantalón, podía sentir el calor emanar de su cuerpo y mientras me besaba salvajemente, sentía nuevamente ese olor a tabaco que tanto me enloquecía, mezclado de olor a alcohol. Tomo mi cola de caballo y la tiro para atrás, dejando mi boca apuntando al techo e introdujo dos dedos en ella, que comencé a lamer y a chupar como si se trataran de su mismísima verga.
Solto mi cola de caballo, solo para correr mi mano de su paquete y tomar mi cabeza, como si yo fuera una puta cualquiera, y bajarla de golpe. Por el impulso, flexioné mis rodillas y en un dos por tres, tenía su bulto pegado a mi cara. Se apuro en desprender los botones y me abalance sobré el, como si fuera el ultimo vaso de agua en el desierto. No se si era el nivel de alcohol en mi sangre, o mi experiencia que iba en aumento, pero se la mame como si fuera una experta. Pude sentir sus gemidos, ver sus ojos en blanco y escucharlo suplicar que "no me atreviera a dejar de hacerlo".
Sentí sus espasmos y contracciones y supuse que estaría por acabar. No me equivoqué. Su leche cálida lleno mi boca, no me importo nada y me la tragué sin chistar. Como una puta de la calle, sin categoría. Eso me sentía esa noche. Me paré y no llegue a componerme para cuando sentí mis jeans deslizarse por mis piernas.
Era tal la cantidad de alcohol que había bebido, que no tenía mucho control de mi cuerpo, entonces el me movía para donde quería. Me tomo de los brazos y me giro, dejándome de frente a la pared. Tomo mi abdomen y tirando para atrás, hizo que me flexionara, quedando en un angulo casi de 90º con mi culo apuntando hacia el.
Comenzó a masturbarme, deliciosa y lentamente. Cuando sintió que estaba lubricada, introdujo la cabeza de su poronga en mi agujerito y de un solo tirón, me dejo su verga en la garganta. Gemí medio de dolor y de placer, ya que había sido inesperado, pero no por eso, menos delicioso. Comenzó con el mete-saca agarrándose de mis caderas o de mis manos, puestas contra la pared. De vez en cuando, recordaba que tenia dos grandes tetas del otro lado y pegando su cuerpo al mio, manoseaba mis pechos como si fuera la ultima vez. La música arriba estaba alta, entonces nadie oía nuestros gemidos, nuestros suspiros, nuestros ruidos de sexo.
Sentí uno de sus dedos en mi ano. Intente correrle la mano, pero disminuyendo la velocidad de sus embestidas, se acerco y prometió que no me dolería. Con mi propio flujo, masturbaba mi ano y su alrededor. Se sentía rico y en el estado en que estaba yo, más rico aún. Comenzó metiendo uno y me gustó. Fue por el segundo y mi culo se empezó a quejar, me callé la boca. Estaba demasiado caliente, yo misma me masturbaba mientras el intentaba dilatar mi único lugar virgen.
Empezó a gustarme tanto que ni yo me reconocí cuando exclame:
-METEMELA DE UNA PUTA VEZ, POR FAVOR.
Sentí su verga salir de mi concha, y posiciono la cabeza en mi ano, agarrado de mis caderas me pidió que no gritara, que solo le dijera "PARA" y el pararía cuando sea. Empujo lentamente y su cabeza entro sin dificultad, pero era incomodo. Se quedó ahí durante un segundo y cuando me di cuenta de lo que pasaba lo escuche diciéndome "no me odies por esto" y sentí sus bolas chocar contra mis muslos, de un tirón, un ardor dentro de mi culo y su boca en mi cuello.
-Sacamelo, SACAMELO NO VEZ QUE ME DUELE! - hice fuerza para sacarlo, pero me agarro fuerte.
-Es hasta que te acostumbres, nada más, confiá en mi.
-Pero me arde, me arde mucho. - una lagrima resbalo por mi mejilla, el me la limpio y todo comenzó.
Con dos o tres veces de meter y sacar delicadamente, había conseguido que yo AMARA tener ese pedazo de carne en mi culo. Me había vuelto una puta de nuevo, me había agachado más aún y le pedía por favor que no parara, que no lo sacara. Mis gemidos se transformaron en gritos, que cada vez eran mas altos, el comenzó a bombear como nunca antes, estaba rompiéndome el orto, manzillandome el culo, y yo le pedía más. Sentía que era la reina de las trolas, que podría soportar 2, 3 y hasta 4 vergas juntas. Era tal la calentura que tenia que no sentí cuando me inundo de leche el orto. Placer de los dioses. El liquido caliente estaba dentro mio, se deslizaba por mis interiores, al igual que su pija. La dejó adentro un momento, la sacó chorreante de su leche y de mis jugos. Sin dudarlo me agache y comencé a limpiar ese maravilloso trozo de el, que me había abierto la puerta a tanto placer.
Guardé su pene dentro de sus pantalones y me subí el mio rápidamente. Lo besé tan fuertemente que nuestras lenguas parecían una. No sabía como agradecerle lo que acababa de hacer. Tenía el culo adolorido pero había tenido la mejor sesión de sexo de mi vida.
Desde esa noche le prometí, que tendría mi culo cuando el quisiera.
Estábamos en una fiesta, en la casa de uno de mis amigos, y el chico con el que perdí la virginidad me insistía en que pruebe del pequeño vasito de tequila. Eramos aproximadamente 40 personas, en una casa, en la parte de adentro.
Cuando intenté reaccionar, había entre 4 y 5 vasitos vacíos frente a mi, el con la botella en la mano, servía una y otra vez.
Comencé a marearme, pero de una forma divertida, mis piernas me hormigueaban y sentía un cosquilleo extraño en mis brazos también.
Ahí nace mi primer escena perdida, de la que me despierto parada en la cocina, con el prendido a mi cuello, dándome lenguetazos y mordisqueos frenéticos, mientras que con sus dedos masajeaba mis pezones por debajo de mi remera. Eso me encantaba, como mencione antes, sus labios eran suaves pero firmes y ejercían en mi un poder casi hipnótico. Puse mis manos en el final de su espalda, atrayendo su pelvis hacía mi. Quería sentir su bulto por sobre mi pantalón de jean, el al reaccionar solo dijo:
-Te gusta, putita.
Yo solo alcancé a gemir y comencé a mover mi pelvis al son de mis gemidos.
Acá es cuando aparece mi segunda escena perdida, recordando solo desde que me encontraba en el garage.
En la parte de abajo de la casa, había un garage amplio y oscuro, con varios autos estacionados. Una gran mesa de madera, un baño, una parrilla. Bastantes lugares como para dejar volar la imaginación, pero en el estado de calentura que estaba solo conciliaba tener su pene dentro de mi, y lo quería YA.
Me estampo contra la pared del baño, cosa que me excitó mas todavía, y se pego a mi, apoyando fuertemente su bulto, el quería que lo sintiera, quería que supiera que su pedazo de carne era mio esa noche.
Baje mi mano y comencé a frotarlo por sobre su pantalón, podía sentir el calor emanar de su cuerpo y mientras me besaba salvajemente, sentía nuevamente ese olor a tabaco que tanto me enloquecía, mezclado de olor a alcohol. Tomo mi cola de caballo y la tiro para atrás, dejando mi boca apuntando al techo e introdujo dos dedos en ella, que comencé a lamer y a chupar como si se trataran de su mismísima verga.
Solto mi cola de caballo, solo para correr mi mano de su paquete y tomar mi cabeza, como si yo fuera una puta cualquiera, y bajarla de golpe. Por el impulso, flexioné mis rodillas y en un dos por tres, tenía su bulto pegado a mi cara. Se apuro en desprender los botones y me abalance sobré el, como si fuera el ultimo vaso de agua en el desierto. No se si era el nivel de alcohol en mi sangre, o mi experiencia que iba en aumento, pero se la mame como si fuera una experta. Pude sentir sus gemidos, ver sus ojos en blanco y escucharlo suplicar que "no me atreviera a dejar de hacerlo".
Sentí sus espasmos y contracciones y supuse que estaría por acabar. No me equivoqué. Su leche cálida lleno mi boca, no me importo nada y me la tragué sin chistar. Como una puta de la calle, sin categoría. Eso me sentía esa noche. Me paré y no llegue a componerme para cuando sentí mis jeans deslizarse por mis piernas.
Era tal la cantidad de alcohol que había bebido, que no tenía mucho control de mi cuerpo, entonces el me movía para donde quería. Me tomo de los brazos y me giro, dejándome de frente a la pared. Tomo mi abdomen y tirando para atrás, hizo que me flexionara, quedando en un angulo casi de 90º con mi culo apuntando hacia el.
Comenzó a masturbarme, deliciosa y lentamente. Cuando sintió que estaba lubricada, introdujo la cabeza de su poronga en mi agujerito y de un solo tirón, me dejo su verga en la garganta. Gemí medio de dolor y de placer, ya que había sido inesperado, pero no por eso, menos delicioso. Comenzó con el mete-saca agarrándose de mis caderas o de mis manos, puestas contra la pared. De vez en cuando, recordaba que tenia dos grandes tetas del otro lado y pegando su cuerpo al mio, manoseaba mis pechos como si fuera la ultima vez. La música arriba estaba alta, entonces nadie oía nuestros gemidos, nuestros suspiros, nuestros ruidos de sexo.
Sentí uno de sus dedos en mi ano. Intente correrle la mano, pero disminuyendo la velocidad de sus embestidas, se acerco y prometió que no me dolería. Con mi propio flujo, masturbaba mi ano y su alrededor. Se sentía rico y en el estado en que estaba yo, más rico aún. Comenzó metiendo uno y me gustó. Fue por el segundo y mi culo se empezó a quejar, me callé la boca. Estaba demasiado caliente, yo misma me masturbaba mientras el intentaba dilatar mi único lugar virgen.
Empezó a gustarme tanto que ni yo me reconocí cuando exclame:
-METEMELA DE UNA PUTA VEZ, POR FAVOR.
Sentí su verga salir de mi concha, y posiciono la cabeza en mi ano, agarrado de mis caderas me pidió que no gritara, que solo le dijera "PARA" y el pararía cuando sea. Empujo lentamente y su cabeza entro sin dificultad, pero era incomodo. Se quedó ahí durante un segundo y cuando me di cuenta de lo que pasaba lo escuche diciéndome "no me odies por esto" y sentí sus bolas chocar contra mis muslos, de un tirón, un ardor dentro de mi culo y su boca en mi cuello.
-Sacamelo, SACAMELO NO VEZ QUE ME DUELE! - hice fuerza para sacarlo, pero me agarro fuerte.
-Es hasta que te acostumbres, nada más, confiá en mi.
-Pero me arde, me arde mucho. - una lagrima resbalo por mi mejilla, el me la limpio y todo comenzó.
Con dos o tres veces de meter y sacar delicadamente, había conseguido que yo AMARA tener ese pedazo de carne en mi culo. Me había vuelto una puta de nuevo, me había agachado más aún y le pedía por favor que no parara, que no lo sacara. Mis gemidos se transformaron en gritos, que cada vez eran mas altos, el comenzó a bombear como nunca antes, estaba rompiéndome el orto, manzillandome el culo, y yo le pedía más. Sentía que era la reina de las trolas, que podría soportar 2, 3 y hasta 4 vergas juntas. Era tal la calentura que tenia que no sentí cuando me inundo de leche el orto. Placer de los dioses. El liquido caliente estaba dentro mio, se deslizaba por mis interiores, al igual que su pija. La dejó adentro un momento, la sacó chorreante de su leche y de mis jugos. Sin dudarlo me agache y comencé a limpiar ese maravilloso trozo de el, que me había abierto la puerta a tanto placer.
Guardé su pene dentro de sus pantalones y me subí el mio rápidamente. Lo besé tan fuertemente que nuestras lenguas parecían una. No sabía como agradecerle lo que acababa de hacer. Tenía el culo adolorido pero había tenido la mejor sesión de sexo de mi vida.
Desde esa noche le prometí, que tendría mi culo cuando el quisiera.
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